lunes, 18 de enero de 2010

No renunciamos al sobresalto


Ibra en pleno éxtasis goleador


Vuelvo semanas después de mi última entrada en la que había decidido abandonar opinar sobre las desgracias continuas del Aleti. Han hecho falta dos triunfos seguidos en la liga y la épica del partido de copa, además del impulso de algunos compañeros de localidad, para volver a intentar dar vida a este blog sobre nuestro equipo.

El Sporting jugó y jugó durante todo el partido. Se encontró con el gol de Forlán en contra, pero pese a todo siguió jugando. Los atléticos podíamos empezar a pensar que la cosa podía enderezarse, pero Asenjo se ocupó de quitarnos esa ilusión de la cabeza cuando arrolló al delantero asturiano dentro del área. Otro gol del Aleti y aún otro más nos aseguraba la tranquilidad. Pero en la naturaleza de este equipo está esa inclinación a complicarse la vida y cedió el segundo a los gijoneses, que seguían jugando y jugando.

No fue malo el partido del Atlético, quizás en algunos jugadores se notó poca frescura, como fue el caso de Reyes, quien a pesar de no parar de pelear el balón, parecía llegar siempre un segundo tarde, lo cual era aprovechado por el contrario. El equipo no acaba de transmitir fluidez, ni parecía estar bien afinado. Y para ejemplo está el segundo gol, un contraataque de libro, con pases rápidos al primer toque, pero que a cada paso que se avanzaba parecía que iba a quedarse en el limbo. Un pase medio metro más atrás de lo deseable o un metro más pasado de lo preciso, pero a pesar de todo, cuando el balón ya se perdía a pase de Ujfalusi, fue rescatado por Forlán para regalarle el gol a Assunçao, de quien no se puede decir que lleve el gol en las venas. Justamente lo contrario de Ibra, quien se volvió completamente loco al conseguir el que en ese momento parecía sentenciar los tres puntos a favor del Aleti.

Es verdad que en el segundo tiempo no se jugó mal, se tuvieron bastantes oportunidades y se pudo acaba bastante antes sin necesidad de complicarse el partido, pero lo que parece que está cambiando es la predisposición del equipo para luchar cada balón hasta el último minuto, aunque eso sí, sin renunciar a esa sensación de acabar los partidos con el corazón en la boca. Vale que el regusto que deja la victoria en partidos como este es mucho más dulce, pero seguro que más de uno se apuntaría a pasarse los últimos veinte minutos comentando las jugadas alegremente con el compañero de localidad.

A lo largo del año hay partidos que se deben ganar sin estar al cien por cien, bien sea por haber jugado el jueves derrochando hasta el último gramo de energía, o por no contar con todos los efectivos, pero que hay que ganar. Cualquiera puede recordar esas tardes en las que marcar un gol se convertía en una empresa titánica, pero parece que eso sí que puede tender a la extinción y la fórmula es muy sencilla: correr y decirle al contrario que "aquí mando yo”.

Para cerrar sólo queda dar la bienvenida a Tiago, que ya debutó y despedirnos de Maxi, quien si las cosas hubieran sido como todos esperábamos, incluido él, nunca se habría movido del Manzanares, pero no, a estas horas estará preguntándose cómo se conduce por la izquierda.

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