jueves, 22 de octubre de 2009

El desplome era esto


Antonio López, tan perdido en Londres como los demás
¿Qué nada podía ir ya a peor? Pues sí, si algo puede empeorar, ten por seguro que lo hará. Eso es lo que le está pasando al Atlético de Madrid. Y lo peor es que no parece que esto se pueda remediar con un cambio de entrenador o con fichajes que, por otro lado, no creo que se vayan a hacer. El primer equipo y su deambular por los campos el mundo es la expresión más precisa de lo que hoy en día es el club. Unos empeñados en hacernos creer que este equipo es un equipo de segunda fila y otros empeñados en agarrarnos a un clavo ardiendo.

Desde hace ya demasiados años nos quieren convencer de que la mediocridad es una de las señas de identidad de este club y como es obvio, se confunden de cabo a rabo. Estos señores que van estirando la cuerda hasta no se que momento, aunque me lo imagino, quieren ir aguantando y aguantando, pero parece que la farsa ya no da para más. Estos mismos son los que confunden mediocridad con humildad y se olvidan del orgullo y sentido de la rebeldía que lleva dentro todo atlético, unos con unos toques más o menos marcados de pesimismo, pero que era la forma de reforzar esa rebeldía.

Parezco el abuelo cebolleta, pero es que para intentar comprender lo que ocurre hoy en el Aleti no queda más remedio que mirar atrás. A los tiempos en que el Barcelona o Madrid eran también poderosos, aunque no con tanta diferencia, y en los que un equipo como el nuestro con mucha gente de la casa y con dos o tres jugadores de mayor nivel, llegaban delante de cualquiera y le decían: ven aquí, que te espero. Y en ese aquí te espero había veces que ganábamos al Madrid en su campo, que se las poníamos tiesas al Barça o que nos plantábamos en una final dispuestos a ganarla. Habrá quien me diga que fulanito o menganito eran grandes jugadores y es verdad, pero tampoco me negará que esa categoría se la ganó con la camiseta a rayas rojas y blancas. O cuando llegaron al Manzanares los Panadero Díaz, Marcelino, Manolo, Eusebio (cualquiera de los dos), Juan Carlos, Julio Alberto y tantos otros, eran unas estrellas del fútbol mundial. No, pero todos ellos se hicieron con un sitio en el fútbol.

Ahora sólo podemos fichar jugadores que aparte de no ser esas figuras, tampoco tienen o la categoría o el carácter necesario para serlo aquí. Pero es que hoy en día el Aleti es el equipo más cómodo del mundo. Aquí puede fracasar todo el que quiera, porque “como el Aleti es así” todo vale. Esa frase tapa todos los posibles fracasos, como nadie sabe lo que pasa ahí dentro, ni jugadores, ni entrenadores parecen jugarse su prestigio. Cobran más o menos puntualmente, cobran más que en muchos otros equipos y si las cosas no marchan se van y a otra cosa. Y no hablemos de la escasa o nula progresión de los jugadores mientras están en nuestro club. Eso sí hay algunos casos que demuestran su incapacidad futbolística, pero que no acaban de marcharse nunca, se van y vuelven y vuelven y vuelven y no se acaban de ir, y si no ahí están los casos Varela y Cleber, y no se si también Jurado.

A lo mejor hay que definirse de una vez y echar mano de lo que tenemos en casa y pensar más en no descender y en empezar a reconstruir un club que ahora está en la ruina más absoluta. Pero esto tampoco nos lo pueden decir porque igual estos sesudos dirigentes piensan que la afición les dará la espalda y se marchará en estampida. ¡Señor, señor! Hasta en eso están equivocados. Si el aficionado se marcha es porque no pueda pagar los precios de los abonos y entradas, sobre todo cuando el abonado atlético, en muchos casos, tiene que pagar dos, tres o hasta cuatro abonos, porque esa es otra de las señas de identidad de nuestro club, que al Aleti acaba yendo toda la familia. Los padres envenenamos a nuestros hijos, a los sobrinos, a nuestra pareja y a todo el que se pone a tiro, porque el ser del Aleti es mucho más que ir al fútbol. Porque como dicen los clásicos, este equipo da pocas alegrías, pero cuando las da, las da muy gordas.

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