sábado, 24 de octubre de 2009

Han dimitido del fútbol


Hola Santi, adiós Santi
Abel defenestrado, Santi con un ataque de entrenador en mitad del sueño, Cerezo y Gil, el ala infernal, abucheados y los que mantenemos esto entre desesperados, cabreados e indignados. Todo esto se mezcla un poquito, se mete en el horno 90 minutos, se saca para dejarlo reposar y cuando nos disponíamos a saborearlo, gol del Mallorca. Ellos si que les ha salido bien el pastel, con nueve jugadores, un penalti fallado y con clarísimas ocasiones de empatar antes del tiempo reglamentario, al final nos han dado un tartazo en plena jeta. Ahora nos queda saber si Quique Sánchez Flores ha presentado ya la dimisión o no. Eso sí, si decide seguir adelante es digno de admiración.

El Aleti ha sido un monstruo sin cabeza en el que sus peones han corrido como locos, no en el sentido de correr mucho, que sí, si no en el sentido de correr sin criterio, sin sentido y para colmo no había nadie que les haya dirigido, ni que haya tomado decisiones que les hiciera coger confianza. Y me refiero a que si el equipo contrario se queda primero con diez y luego con nueve jugadores, no se puede mandar el mensaje del miedo a encajar un gol. Ya sorprendió la decisión de sacar a De Gea, ¿para qué? para crucificarle y para quemar a Asenjo. Es como si a nuestra novia la vemos hablar dos minutos con el pan y para darla en los morros nos vamos de copas con una ex novia. Pues al final nos ha salido cara la fiesta, porque ¿cómo explicamos a De Gea que fallar en un despeje que casi le cuesta un gol y fallar en el gol, que nos ha costado dos puntos, le puede pasar a cualquiera?¿Cómo explicarle a la gente que este portero es tan bueno como el que paró un penalti al Zaragoza?

El Atlético de Madrid salió con ganas, pero como las gaseosas la fuerza no le ha llegado casi ni a los veinte minutos. Maxi parecía que definitivamente salía de titular en una alineación del Aleti, lo mismo que Simao, los dos empezaban el partido al mismo tiempo que los demás. Antonio López parecía que había rejuvenecido, Ujfalusi dejaba pequeño a Garrincha, el centro del campo parecía que iba a mandar y la delantera que iba a renacer de sus cenizas. Pues no, nada de nada de nada. Uno corría por allí, otro marcaba con la mirada y sólo los intentos sin tino de Forlán y las galopadas de Agüero por la banda izquierda nos hacían pensar que se podía ganar y que el culpable era Abel. Pero no, la primera expulsión del Mallorca traía viejos fantasmas a los habituales del Manzanares y con la segunda y la actitud del equipo, los fantasmas ya se sentaban a nuestro lado a comentar el partido y a mofarse por lo que se nos venía encima. Jurado intentaba hacer su juegote pases con peligro, buenos si son hacia delante y para echarse a temblar si son para atrás, con el agravante de entregar el balón al contrario.

Uno cero, medio se dominaba el partido aunque no con demasiada fe y Reyes que tenía su oportunidad en casa, pero la cosa no acababa de verse clara. Ya parecía demasiada osadía y Santi que no pudo aguantar más y decide tirar de Cléber Santana. El miedo se hizo presente y en quince minutos se preparó y se consumó la tragedia. Errores de colegio en la defensa, los nervios que se apoderan de los jugadores y gol del Mallorca, pase a la desesperada al segundo palo, la defensa dando saltitos como si estuvieran en un baile de debutantas y empate en el minuto 91. El cuento de nunca acabar. Gritos contra la directiva y contra los jugadores, cabreo generalizado y el fatídico convencimiento de que esto no tiene remedio. Bueno sí, todo el mundo repetía que nada cambiará hasta que los dirigentes actuales se vayan para no volver, pero eso ya sabemos que no va a ser mañana mismo. Si esto se produce probablemente será después de la inauguración del nuevo estadio del Atlético de Madrid. Y no será porque tengan el capricho de cortar la cinta, ni de que quieran asegurarse que la obra va a quedar hecha un primor. Seguramente que serán otros intereses los que les hagan aguantar este bochorno domingo tras domingo.

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