martes, 6 de octubre de 2009

Tenemos un equipo blando y pobre


Una de las noches heróicas del Aleti, el Celtic de Glasgow

El Aleti, ¿nuestra pasión o nuestra cruz? Ahora mismo se acerca más a una cruz que vamos sobrellevando como podemos y que deseamos que vuelva a convertirse en una pasión. El Aleti ahora mismo es un parásito de su pasado y gracias a eso los dirigentes siguen estirando la cuerda con eso de ponernos donde dicen que nos merecemos, y el aficionado sigue aguantando esperando volver a vivir los triunfos de ayer.

Pero el objetivo del club no puede ser el hecho de querer volver a ser el del doblete. Todos recordamos aquella temporada como un sueño hecho realidad, pero aquello se da una vez en la vida. La prueba de que ese modelo no sirve es que poco después el equipo se fue a segunda. ¿Quién lo iba a pensar? Pero sí, nos marchamos a segunda a pasar no un año, dos. Pero incluso entonces, y esa es la fuerza de nuestro club, el aficionado pensaba que eso nos podía valer para despertar, para empezar a construir el club desde cero y para en unos años ganar la Champions. Que lejos estábamos de la realidad que se nos venía encima.

Volviendo al año del Doblete, no es que tuviéramos un equipo duro, curtido en mil batallas y capaz de aguantar un hierro candente en el pecho sin emitir ni una queja. Teníamos una buena plantilla, sin locuras, cortita, pero en la que había varios jugadores que sabían jugar al fútbol y otros que sabían del juego del fútbol. Pongo algún ejemplo; entre los que sabían jugar al fútbol todo el mundo estará de acuerdo en los Pantic, Caminero, Geli o Kilo y entre los que entendían esto del fútbol estaban Solozábal o Simeone, que, como en el caso del argentino, era capaz de jugar como el mejor, marcar goles y ver que pasaba a su alrededor y utilizarlo en su favor, a favor del equipo. Estos jugadores, además de tener calidad, tenían carácter, y justamente por eso no era fácil manejarlos y el todopoderoso Radomir Antic prefirió prescindir de ellos. De esta forma él se aseguraba su paz personal, con un grupo al que podía mandar sin temor a ser replicado. Después todo el mundo recuerda como ese equipo fue incapaz de salvarse del descenso, como no pudo subir el primer año, como se convirtió en el hazmerreír de la liga española por la cantidad de partidos perdidos por encajar goles en el descuento, o como no conseguían entrar en Europa a pesar de contar con una plantilla de “garantías”.

Los atléticos con algo más de experiencia podemos recordar un equipo en el que jugara quien jugara, a parte de días que era mejor olvidar, eran duros, complicados de ganar e incluso se decía, dependiendo los años, que era muy difícil hacerles un gol. Hubo años en que el Aleti era uno de los que hacía mejor fútbol de Europa, era un equipo que cuando jugaba con los grandes se crecía, porque él era uno de los grandes. No iban con el miedo y complejo de inferioridad y de equipo pobre con que parecen ir ahora a jugar contra Barcelona, Madrid y ya hasta con el Sevilla, Villarreal, Valencia… Es que ya parece que nos dan miedo hasta los entrenamientos.

Durante décadas todo el que venía al Aleti, todo el que jugaba contra el Aleti y todos los que íbamos a ver al Aleti sabíamos a que jugaba. Aquel contragolpe que todos conocían y que los contrarios sufrían. Aquel Aleti que iba segundo en la liga y si perdía fuera de casa, al domingo siguiente tenían que aguantar la pitada del público que era tan buena o mejor afición que ahora, porque era exigente y a la vez entregada. No es que los tiempos pasados siempre sean mejores, pero en el caso de nuestro club parece más que evidente. Y lo peor es que por el camino que lleva la entidad, el pasado va a parecer todavía mejor.

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